Una vida parqueada: 19 años desafiando la calle y el olvido

02.05.2025

NACIONALES

Distrito Nacional. — A las cinco de la mañana, cuando la ciudad apenas despierta y el asfalto aún guarda el frío de la noche, Leidy Antonia García Martínez ya está en pie. Tiene 42 años y desde hace 19 sobrevive entre bocinas, motores y semáforos como parqueadora en una esquina del Distrito Nacional. Su historia, marcada por la violencia, el abandono y la lucha diaria, es reflejo de una realidad que atraviesa a muchas mujeres dominicanas.

Los últimos ocho años ha trabajado en la avenida Dr. Héctor Homero Hernández, donde convergen oficinas gubernamentales, instituciones privadas y un tráfico constante. Pero su vida en la calle comenzó mucho antes, cuando fue dejada allí por su expareja, en un acto que resumió el inicio de una larga historia de maltrato.

"Me puso aquí. Desde ahí empecé a sufrir maltrato, y todavía lo siento… ha sido terrible", relata, bajando la mirada, no con vergüenza, sino con memoria.

Leidy ha vivido violencia física, emocional y económica. Fue apresada injustamente durante tres días por un problema ajeno. Logró romper con ese ciclo hace un año, pero la libertad llegó con amenazas, miedo y el riesgo de perder su único medio de sustento.

Madre soltera de tres hijas y ya abuela, ha intentado transmitirles un mensaje de superación. Una de sus hijas logró graduarse y trabaja en un colegio. Las demás, como ella, no pudieron concluir sus estudios.

"Deseo algo mejor para mis hijas… pero imagínese, yo soy invisible cuando pido ayuda, y más por cómo me veo. La gente piensa lo peor de mí, y eso me duele", confiesa mientras se toca el pecho.

Leidy ha sido cocinera, doméstica, limpiadora. Pero es entre carros, polvo y calor donde dice haber encontrado una forma extraña de libertad.

"Aquí me siento libre. Parece raro, pero es así. Los que trabajan por aquí me conocen… saben quién soy debajo de esta ropa".

A pesar de no tener salario fijo ni derechos laborales, sobrevive con lo poco que recibe.

"Antes ganaba unos 3,000 pesos cada quince días. Ahora, con suerte, llego con el pasaje y la cena", dice. "A veces me dan cincuenta pesos y digo: ¡Wao, papá Dios gracias!"

Vestida siempre con un chaleco reflector, Leidy se abre paso entre el tráfico. Su jornada empieza al amanecer y termina cuando cae la noche. No tiene contrato ni seguridad social, pero tiene algo que la mantiene firme: resistencia.

"Este es mi espacio, mi refugio. Aquí no soy solo una parqueadora; soy alguien que pelea por mantenerse de pie", afirma.

Su madre, su apoyo incondicional, la visita de vez en cuando. Se sienta cerca, como quien vigila su espalda. Para Leidy, ellas —su madre y sus hijas— son su razón de seguir.

"La calle te cambia", dice. "A veces me pregunto si lo que he hecho ha estado bien, mal o qué…"

Aunque su vida parezca detenida, ella no se ha rendido. Sabe que cada día en la calle es una lucha, pero también una prueba de dignidad.

"Mientras yo tenga fuerzas, yo sigo aquí. Porque nadie me va a quitar mi lugar… ni de parqueadora ni como mujer de trabajo".

Una historia que refleja a miles

La historia de Leidy representa la realidad de muchas mujeres en República Dominicana. Según la Oficina Nacional de Estadística (ONE), el 37.5% de los hogares son encabezados por mujeres, muchas de ellas en condiciones de pobreza o informalidad.

En 2024, más del 54% de las trabajadoras no contaba con estabilidad ni derechos laborales. La pobreza monetaria femenina se ubicó en un 19.6%, frente al 18.3% de los hombres. Además, la desigualdad salarial persiste: las mujeres ganan, en promedio, un 27% menos que los hombres en los mismos cargos, según el Banco Mundial.

La violencia de género también es una constante: dos de cada tres mujeres han sufrido algún tipo de violencia en su vida, según la Encuesta ENESIM (2018).

Leidy no es solo una historia individual. Es el rostro visible de una lucha colectiva: la de miles de mujeres que, a pesar de la pobreza, la desigualdad y el olvido, se niegan a rendirse.

Fuente: Carol G. Martínez Medina