La Sociedad de los Olvidados

15.09.2025

ARTÍCULO DE OPINIÓN 

Santo Domingo, RD.- Existe una sociedad tan vieja como la historia de la colonización de nuestra isla, tan antigua como nuestra independencia, pero tan presente como cada amanecer de nuestros días. Esa sociedad es la de los olvidados, donde nacen miles de niños y niñas con todas las carencias del mundo, en las condiciones más inhóspitas, en un vacío existencial donde la esperanza no se vislumbra y los caminos hacia la luz de su mejoría son un auténtico coliseo de gladiadores, pues su combate es contra todo tipo de obstáculos. El principal de todos es nacer con la etiqueta de ser pobre.

Esa sociedad de los olvidados es la del inframundo, llena de dolor, precariedades, limitaciones y condiciones inhumanas, impuestas desde el poder económico, que crean un sistema de violencia y perversión destinado a romper las murallas morales, los códigos de lealtad y la solidaridad que se construyen entre los moradores de estos espacios de supervivencia.

La sociedad de los olvidados es acorralada en los suburbios, en territorios donde hay hacinamiento, donde no existen escuelas ("y, si las hay, no cuentan con las condiciones necesarias para educar"), donde no hay parques, agua, instalaciones deportivas ni trabajo. Allí, la juventud es seducida por la promoción intencional de un consumismo inalcanzable, depredador y letal.

En la sociedad de los olvidados, quienes logran superarse a través del trabajo duro o de la preparación profesional son sobrevivientes de un sistema que hizo todo lo posible para que permanecieran anclados en la miseria.

Ahora bien, ¿por qué se le llama la sociedad de los olvidados? Porque es el lugar donde habitan los pobres, donde se encuentran los que no tienen oportunidades, donde se forman los obreros, donde se concentran los votantes, donde están aquellos que son etiquetados como incultos, barriales y delincuentes. Es allí donde existen las excusas perfectas para teorizar sobre los mecanismos idóneos de reducción de la pobreza; es decir, el laboratorio humano donde se experimenta con la miseria.

La sociedad de los olvidados tiene tan pocos defensores que, cuando sus propios hijos logran ascender de estatus económico, suelen ser cooptados y permeados por el ilusionismo que generan las luces del confort. Pasan a ser los más críticos de sus orígenes, se convierten en negadores de la realidad de donde salieron, condenan con rabia la delincuencia que produce la miseria, pero aplauden con orgullo las fragancias de los verdugos que limitan las oportunidades de los pobres.

La sociedad de los olvidados siempre tendrá personas con una marcada y sólida identidad. A estos les suelen llamar "resentidos sociales", una forma despectiva que busca desmeritar sus argumentos e invalidarlos como actores claves en la visibilización de las razones que dan origen a la realidad de las poblaciones marginadas.

En la sociedad de los olvidados, por su condición de golpeo sistemático, la pobreza en la que viven, sumada a la baja formación, los convierte en víctimas de la manipulación y de falsas promesas que los llevan a dividirse y a carecer de claridad sobre el camino que deben recorrer juntos. Fraccionados, nunca podrán romper las barreras de la miseria, tal como ha sucedido hasta el día de hoy.

La sociedad de la pobreza… perdón, la sociedad de los olvidados, es el recipiente donde se vierten todas las excusas de los grupos de poder cuando se quiere hablar de la ausencia de valores, de inseguridad, de corrupción ("porque los corruptos tienen origen en la pobreza"), de incultura o de violencia. En fin, siempre esta sociedad será señalada como culpable de todos los males que se generen en el país.

Por eso, muy pocas veces se escuchan voces defendiendo a los jóvenes que son asesinados en intercambios de disparos. Rara vez aparecen plumas que expliquen que, en los barrios, los jóvenes tienen el deseo de aprender música, practicar deportes, conocer otros idiomas, poder viajar, hacer ciencia, recibir subsidios o exenciones para sus emprendimientos. Pero, sobre todo, que se entienda que sin oportunidades no hay forma de que la sociedad de los olvidados pueda salir de la pobreza.

Seguiremos escribiendo sobre la sociedad de los olvidados…

Por: Lic. José Luis Morillo