Cuando la Base Aérea de San Isidro fue inaugurada en 1953, su ubicación a 25 kilómetros del centro de Santo Domingo respondía a criterios estratégicos: un terreno amplio, escasa densidad poblacional y la distancia suficiente de la ciudad para garantizar seguridad y operatividad.
Lo mismo ocurrió con la sede de la Armada Dominicana, también establecida en Santo Domingo Este (SDE), aprovechando el acceso directo al mar Caribe y la relativa soledad del entorno.
Pero el tiempo ha hecho su trabajo, y hoy la historia es otra.
Santo Domingo Este ha dejado de ser una periferia tranquila para convertirse en un motor de desarrollo urbano que compite de tú a tú con el Distrito Nacional. Con sus modernas edificaciones, torres de lujo, centros comerciales y un auge del alquiler a corto plazo, el municipio más poblado del país se expande sin freno, acercándose peligrosamente a las históricas instalaciones militares.
Según el Registro de Ofertas y Edificaciones (ROE) de la Oficina Nacional de Estadística (ONE), hasta junio de 2024, SDE concentraba el 35.1 % de las 7,015 obras registradas en la zona urbana de la Región Metropolitana, lo que equivale a más de 2,460 construcciones en distintas fases. Es una transformación sin precedentes para una zona que durante décadas fue vista como suburbana.
Hoy, la Base Aérea de San Isidro —clave durante la ocupación estadounidense de 1965-1966— y la sede de la Armada Dominicana ya no están aisladas del bullicio. El desarrollo ha llegado a sus alrededores con fuerza. Lo que antes eran terrenos despejados hoy están flanqueados por complejos residenciales, negocios emergentes y nuevas vías de comunicación.
Desde la calle que da acceso a la entrada principal de la base se pueden observar, sin obstáculos, los interiores de apartamentos cuyos balcones y ventanas miran directamente a este enclave estratégico. Es la evidencia más palpable de cómo el crecimiento urbano ya ha tocado las puertas de las Fuerzas Armadas.
