Aiden Fucci: el adolescente de 14 años que asesinó niña de 13 con 114 puñaladas para “sentir lo que era matar”

En la madrugada del 9 de mayo de 2021, el tranquilo vecindario de Durbin Crossing, en el noreste de Florida, se estremeció con un crimen que aún hiela la sangre de toda una comunidad.

Aiden Fucci, de 14 años, salió de su casa con un cuchillo escondido y una oscura intención en mente: matar a alguien solo para saber qué se sentía. Su víctima fue Tristyn Bailey, una joven porrista de apenas 13 años, quien había salido la noche anterior a compartir con amigos, sin imaginar que sería la última vez que vería a su familia.

Las cámaras de seguridad del barrio registraron las últimas imágenes de Tristyn con vida: caminaba junto a Aiden pasada la una de la madrugada. Dos horas más tarde, otra cámara captó a Fucci corriendo descalzo y solo por las calles. La desaparición de la menor activó una intensa búsqueda que terminó en tragedia cuando su cuerpo fue hallado en un bosque cercano, con 114 puñaladas. El informe forense reveló que 49 de esas heridas eran defensivas, prueba del feroz intento de la niña por salvar su vida. La punta del cuchillo asesino quedó incrustada en su cráneo.

Aiden Fucci no mostró arrepentimiento inmediato. Mientras era llevado en un patrullero tras su arresto ese mismo día, publicó en Snapchat una foto desde el asiento trasero del vehículo policial con un mensaje escalofriante: "Hola chicos, ¿alguien ha visto a Tristyn últimamente?". Poco después, surgieron testimonios de compañeros de escuela que aseguraron haber escuchado al joven decir que quería "apuñalar a alguien en el bosque", confirmando que el crimen fue premeditado.

La investigación reconstruyó con precisión la cronología de la noche del asesinato. Tristyn y Fucci estuvieron primero en casa de un amigo, luego caminaron hacia una zona boscosa donde ocurrió el ataque mortal. Cerca de las 3:30 de la mañana, él regresó solo. Los fiscales afirmaron que no hubo pelea ni provocación previa: Fucci atacó movido únicamente por su mórbido deseo de matar. Para el juez R. Lee Smith, el crimen demostró un "alto nivel de premeditación" y una violencia desmedida que no dejó dudas sobre su culpabilidad.